Vance Kelly: Entrevista

Desde los siete años se manejaba con la guitarra, y aprendió solo, encerrado en su cuarto, para gran sorpresa de sus padres. Descubrió el blues a principios de los 60 de la mano de su tío LeRoy McCauley, mecánico y músico a tiempo parcial que le enseñó el «Wang dang doodle» y otros temas.
A los diez años dio su primer bolo blusero en una es­cuela de la ciudad. La ignota cantante Mary Lane le echó el ojo y le pidió que le acompañara en los clubs. «Me quiso desde que yo tenía diez años, aunque no pudo ser. Pero a los quince me llevó al 1815 Club y ahí toqué por primera vez el. blues con ella». Vance estaba muy contento, pues la gente le metía pro­pinas en los bolsillos, pero nunca presentó a su madre a esa mujer con la que se movía por el mundillo blues.
A pesar de todo, con la ascensión de la música disco en los años 70, Vance Kelly renegó del blues para recuperarlo en 1979: «Sabes, me gusta saltar y dar golpes, pero aprendí que el disco no estaba yendo a ninguna parte». Entré el 87 y el 90, acompañó al saxofonista A.C. Reed, con quien salió por primera vez a la carretera y aprendió cómo era el negocio. Con A.C. tuvo tiempo para componer el grueso del cancionero con el que volaría por su cuenta: «Creo que el material que tengo es muy bueno, porque un montón de los grandes cantantes de blues me preguntan por mis canciones, ya sabes, quieren com­prarlas, pero yo no se las daría».
Actuaba seis días a la semana en el Checkerboard, el Brady's y el 1815 Club cuando le fichó el sello austríaco Wolf. Debutó con «Call Me» (Wolf-Antar, 94), álbum de sonido pla­no, limpio y modernista que le valió el premio al mejor disco de blues del año según la revista Living Blues. Es un trabajo con ritmos sesgados que se mueven entre el blues arquetípico tipo Maurice John Vaughn y los números soul, ya vengan vía Isley Brothers o Sam Cooke (ese «That's the way love is», de Bobby Bland), dejando en todo momento espacio para estirar­se en los solos de poso autodidacto, esos que tanto hacían reír a Buddy Scott, quien le enseñó a puntear.
Su reválida, «Joyriding In The Subway» (Wolf-Antar, 95), es excelente. La producción tiene más cuerpo y Vance se mueve a sus anchas y sobrado de autoconfianza por el blues y el soul. Sirvan de ejemplos la balada con alma «From the heart» y la fenomenal versión de Little Milton «Foot loose & fancy free», en plan Luther Allison sin aristas y adornado con vi­brantes punteos a lo Buddy Guy.
Su tercer disco, «Hands Off!» (Wolf-Antar, 97), no profundiza en la senda del anterior, pues el soul se impone incluso sobre la guitarra. Aunque se puede escuchar de un ti­rón, le falta el componente blues. Algunas versiones resultan rutinarias en exceso («If loving you is wong», de Luther Ingram) y la sensación es la de revival setentero muy bien hecho.
Publicamos la con­versación que con él mantuvimos en Bayona, justo antes del concierto ofrecido por la caravana anual del Chicago Blues.
-¿Qué tipo de música oías de niño?
Oh, bueno, todos los estilos. Escuchaba toda la música que había, porque yo quería tocar todo lo que oía.
-¿Por ejemplo rock and roll?
Rock and roll también, je, je... Si estoy en un escenario y al­guien me lo pide, lo haría, pero ahora mismo soy un bluesman. Un soulman, mejor.
-¿Qué nombres recuerdas de esos primeros años?
Deep Purple y Black Sabbath eran artistas que seguía a todas horas. Sí, ja, ja, en esa época solía oír heavy metal. Después me metí en Kool & The Gang y toda esa música de discoteca. Desde ahí me enganché al blues y ahora estoy metido en él. Tengo buen gusto y sé cuál es la manera en que debe ser inter­pretado y el modo en que se debe sentir. El blues es una músi­ca que te debe tocar, porque sale del corazón y, como se suele decir: lo que sale del corazón, alcanza al corazón.
-¿Tus guitarristas favoritos?
B.B. King, Albert Collins... El último y estupendo Albert Collins, y también Albert King, pero mi favorito de verdad es Carlos Santana. Este es el que más me gusta. ¿Cómo te inclinaste por la guitarra? Cantaba gospel y en ese ambiente había muchos chicos que la tocaban. Todos éramos unos crios. Siempre quise tocar algún instrumento y empecé con el piano. Luego me pasé al bajo, hasta que lo dejé y agarré la guitarra. Y desde entonces. Todo lo que sé lo he alcanzado observando a los demás. El senti­miento es el mismo del campo gospel. Yo empecé con mis hermanos y hermanas cantando gospel y, al dejarlo, me dije­ron que estaba equivocado. Mi mamá me pidió que volviera. Sí, porque tu padre era un músico de gospel y no le haría ninguna gracia que tocaras blues. Sí, a mi padre no le gustaba que tocara blues, a mi madre no le gustaba que tocara blues, ya mis hermanos y hermanas no les gustaba que tocara blues, pero ahora me adoran y pinchan lo que hago porque saben que aprendí del gospel, del último gran Reverendo Colombus Morris. El me dio un consejo que utilizo como título en mi tercer CD, él me enseñó: 'No te preocupes sobre lo que diga la gente de ti, sino que stay with it, don't quit it, and you'll get it (aguanta, no abandones, y lo conseguirás). Si quieres conseguir algo, no debes abandonar, tienes que re­sistir. El me dio ese título hace mucho tiempo, me dijo: 'Nun­ca dejes que nadie te acogote'. Me dijo: 'Manten la cabeza alta y sigue con lo que debas hacer'. Y dijo: 'Resiste con lo tuyo, no abandones, y te garantizo que conseguirás lo que quieras'.Yo aguanté, y aquí me tienes.
-¿Eres creyente?
Claro que sí. Siempre lo he sido. Soy un hombre muy religio­so. Yo salgo del mundo gospel y mi padre y mi madre eran ministros. Ellos me mostraron el camino para creer en Dios.
-¿Cuál es tu marca de guitarra favorita?
La Gibson Epiphone, pero tengo un cuarto disco a punto de salir y en él toco una Strat que me dio Fender. La Epiphone da un sonido grueso, profundo, y la Strat tiene uno cristalino, re­gio, pero con la Gibson consigues mejor sentimiento, ¿sabes?
- ¿Recuerdas tu primer concierto?
Tenía diecisiete años (el dato se contradice con el del libreto del CD) y era más bajo que ahora. Ahora soy bajito, pero en­tonces mucho más, y parecía un crío. No me había salido bar­ba y no me querían dejar entrar en la sala porque no aparenta­ba la edad suficiente. Pero la banda conocía mi toque y no le importaba, así que una señora llamada Mary Lane me ofreció la posibilidad de dar mi primer bolo.
-¿Cuándo decidiste convertirte en profesional?
Toda mi vida he querido ser un músico profesional. Decidí que de verdad quería salir fuera y montármelo por mi cuenta en 1990, cuando dejé a A.C. Reed. El fue quien me enseñó el tinglado de ser artista. De él aprendí más que de cualquier otro y le doy las gracias por todo lo que hizo por mí.
-Antes de trabajar para A.C. Reed tocaste música disco. ¿Sólo por hobby?
No, sacábamos dinero, pero lo pasábamos bien: las mujeres bailaban, tú gustabas a las mujeres... Aunque ahora, cuando miro atrás, no lo veo tan divertido. Con el tiempo te das cuenta de que esto es una lucha constante y de que la diversión y las mujeres no cuentan. La realidad es que este es un negocio muy serio, no hay que tomárselo a la ligera. La música disco puede ser invadida por las computadoras, pero las computadoras no pueden invadir el blues. ¿Y por qué digo esto? Por lo mismo que te he dicho antes: el blues se toca con sentimiento y nunca podrás encontrar una computadora con sentimiento, con feeling. La gente quiere notar el feeling porque, si tú lo sientes, la gente lo sentirá cuando tú tocas. Si observan que estás difrutando ahí arriba, se lo transmitirás. Eso es lo que busco.
-¿Te interesa el hip-hop, también hecho con computadora?
No. No, no, no, no... Para nada. Y te diré por qué: la razón es que, cuando estoy en casa, les grito a mis chicos a todas horas "¡Bajad eso!". Y ellos vienen y me dicen: 'Papá, bájalo tú. Tú sí que lo pones alto'. Y les respondo: 'Hey, esta es mi música. Estoy aprendiendo cosas diferentes'. Ni ellos ni yo ponemos mis CDs en casa, lo único que hago es grabar cintas con canciones que quiero meter en próximos CDs. Por eso pongo música, pero el hip-hop para nada. No es más que ruido.
-¿Fueron difíciles tus inicios en solitario?
Muy duros. Fue como caer: la gente intentaba acabar conmigo
-¿Qué gente? ¿Del negocio?
Del negocio y fuera del negocio. Había gente que no querían verme dando más bolos por ahí, gente que quería frenarme, pero yo no me dejaría vencer. No importa lo que dijeran de mi, no me pararían, seguiría adelante. Yo perdí a mi primera esposa por la música. Perdí a la madre de mis hijos a causa de la música, por tocar el blues. Me dijo: 'O yo o la banda'. Me dio un ultimátum. 'O yo o la música'. Le respondí que la amaba muchísimo y que no sabía qué hacer. Y me senté a pensar y le dije que la banda. Fue muy duro para mí decidir esto, muy duro, pero tuve que hacerlo, no tenía otra elección.
-¿Cómo contactaste con Wolf Records?
A través de Willie Kent. El y John Primer dijeron a Tom Hanzig el tipo de Wolf: 'Vente y echa un vistazo a Vance Kelly. Te gustará'. La primera vez que vino a Chicago y me oyó, le gusté y me firmó de la misma. Hicimos el primer CD, «Call Me».
-¿Intentaste editar tus canciones en otro sello americano?
Bueno, sí. Lo intenté con un montón de compañías, pero me decían que yo no era lo suficientemente bluesie, porque toco R&B. Pero creo que todo esto ha cambiado un poquito, porque el Living Blues me concedió un premio y todo el mundo ha decidido que ahora sí me quiere.
-¿Ese premio te cambió la vida? Ahora otros sellos quieren ficharte, puedes ganar más dinero, das más conciertos...
En lo que a mí respecta, no ha cambiado nada. Ni siquiera me cambió a mí. Me ayudó a salir fuera, a ser más grande, pero yo he permanecido igual. Otros estarían muy contentos.
-«Call Me» tuvo un gran éxito en USA. Seguro que más del esperado.
Sí, ese fue el primero, y pedía por favor a Dios que sonarabien. Deseaba que todo funcionase. Algunas de sus canciones me mostraron como soy e hicieron que se vendiera el CD.
-Luego editaste «Joyriding In The Subway», mi favorito.
Tienes razón. En este hice varias canciones con mi hija. Vivian Kelly. Las hicimos juntos. No sé si tiene un background blues pero ella ha escrito muchas canciones. En el CD se ve que mi
hija Vivian sabe escribir grandes canciones, la gente lo percibe.
-Por ejemplo, «Joyriding in the subway». Tu tercer disco, «Hands Off!», es el más comercial, el más orientado al soul.
Sí, es más soul. Puse más soul en él. Mi esposa incluso me dijo: 'Vance, tu cuarto CD va a ser la obra maestra'. De verdad que a ella le gusta cómo suena. Ha oído la demo. Ahora tenemos un sonido más cualificado, mejor, especialmente en los temas originales. Espero que salga en verano en Wolf (del 99) porque he renovado por otros dos años.
-¿De qué escribes?
Creo que las letras de estas canciones salen del corazón. Tratan de los problemas que he tenido en mi vida. Canto cosas que me pasan y he aprendido de todo lo que me ha sucedido en la vida.
-¿Qué tipo dé problemas?
Bueno, varios: de relacionarse con Vance, de una mujer que te dice haz esto o lo otro... Material así.
-¿Qué pretendes expresar al tocar?
Todo sentimiento, cada gota de alma que tengo.
(O.C.)

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