Hacía tiempo que había escuchado alguna canción de este chico y la verdad tenía bastantes ganas de escucharlo. No sólo porque tengo debilidad por el blues que se hace en Argentina, también porque ya me gustaba el estilo que le supuse. Y la verdad es que no me equivoqué.
Ya no era como antes que me encontraba a mucha gente conocida cada vez que iba a un concierto. Esta vez ya llevaba bastante tiempo desconectado y pese a ser a tiro de piedra el concierto iba por mi cuenta.
Antes de entrar en la sala pasé por un local que ponía lo que se conoce como “salsa”. Resumiendo pachanga para que la parte que más funcione de cuerpo sea la que está debajo de la cintura. Lo curioso es que cuando llegué a la sala parecía el mismo sitio. Al menos la mayoría de la gente debía de ir de un lugar a otro sin importarle demasiado que en un sitio pusieses “salsa enlatada” o un concierto de blues. El caso es que el concierto ya había comenzado justo cuando entré y me busqué un buen sitio.
Formación de trío: guitarra bajo y batería, que aunque deja las cosas justas es mas económica para giras en las que no sobra el dinero. La primera parte del concierto bastante clásico, algo por otra parte típico en buena parte del blues argentino, más respetuoso con la tradición que el que se hace por aquí. Gibson Es-335 incluida, Jose y el resto del grupo tocaron muchos temas clásicos, de los que alcancé a distinguir varios de los que estaban en los discos.
Solos que tendían a extenderse pero que cuando lo hacían era porque tenían algo que decir. No como sucede en muchas ocasiones que la vanidad, el afán de notoriedad, el demostrar que “soy el que mejor toco porque tengo mas técnica que nadie” o cualquier otro multitud de razones todas ellas ajenas a la música se imponen sobre lo que debería suceder.
Hacia la mitad del concierto se pasó a la strato para quedarse bien ancho tocando un repertorio de Steve Ray Vaughan, cosa que también hacía dignamente. La verdad es que en cuanto a esto tenía una idea distinta, quizás me hubiese esperado mas influencia de Albert King, pero si hay que hacer caso a lo que duró cada cosa parece que srv hubiese poseído a este argentino. Finalmente recuperó la primera guitarra y después de unos bises algo forzados (forzados por el público que no sabía de qué iba la cosa), terminó el concierto.
Cantando, sin llegar a tener la potencia de Otis Rush cumplía perfectamente. Aunque puestos a valorar creo que entraría mas en lo que Albert Collins decía: “Soy un guitarrista que canta”.
Al terminar, siguiendo la larga tradición de los músicos de blues que promocionan sus discos en sus conciertos y haciendo bueno el lema de que no hay nada mejor que invertir en uno mismo, nos contó la oferta que tenía de dos discos. Creo que la oferta era algo así como uno por 10€ o 2 por 20€. Las cifras exactas no las recuerdo pero si las proporciones. El caso es que primeramente me sentí algo indignado al ver que nadie le hacía caso, después me sentí algo mas dolido al recordar que esa gente entre la que estaba es a la que pertenezco. Pero felizmente recordé la sensacional oferta y que como suelo decir, pagar dinero por algo que no tiene precio es un chollo.
Para mi gusto lo único que se quedaba un poco corto es en cuanto a cuestiones técnicas. Hace ya muchos años que me aburre hablar que si este ampli o el otro, este juego de cuerdas o el otro,… pero en lo que si me paro todavía es en darme cuenta si me gusta el sonido que oigo. Desde luego se notaba que se esforzaba en la adecuada dirección, ya que la elección de los pedales, guitarras o amplis era buena. Sólo faltaba un punto en “nitidez” del sonido para que fuese completamente impecable.
De cualquier forma un concierto espléndido de un chico que con tan solo 25 años tiene un presente brillante y un futuro mas que prometedor.
Ya no era como antes que me encontraba a mucha gente conocida cada vez que iba a un concierto. Esta vez ya llevaba bastante tiempo desconectado y pese a ser a tiro de piedra el concierto iba por mi cuenta.
Antes de entrar en la sala pasé por un local que ponía lo que se conoce como “salsa”. Resumiendo pachanga para que la parte que más funcione de cuerpo sea la que está debajo de la cintura. Lo curioso es que cuando llegué a la sala parecía el mismo sitio. Al menos la mayoría de la gente debía de ir de un lugar a otro sin importarle demasiado que en un sitio pusieses “salsa enlatada” o un concierto de blues. El caso es que el concierto ya había comenzado justo cuando entré y me busqué un buen sitio.
Formación de trío: guitarra bajo y batería, que aunque deja las cosas justas es mas económica para giras en las que no sobra el dinero. La primera parte del concierto bastante clásico, algo por otra parte típico en buena parte del blues argentino, más respetuoso con la tradición que el que se hace por aquí. Gibson Es-335 incluida, Jose y el resto del grupo tocaron muchos temas clásicos, de los que alcancé a distinguir varios de los que estaban en los discos.
Solos que tendían a extenderse pero que cuando lo hacían era porque tenían algo que decir. No como sucede en muchas ocasiones que la vanidad, el afán de notoriedad, el demostrar que “soy el que mejor toco porque tengo mas técnica que nadie” o cualquier otro multitud de razones todas ellas ajenas a la música se imponen sobre lo que debería suceder.
Hacia la mitad del concierto se pasó a la strato para quedarse bien ancho tocando un repertorio de Steve Ray Vaughan, cosa que también hacía dignamente. La verdad es que en cuanto a esto tenía una idea distinta, quizás me hubiese esperado mas influencia de Albert King, pero si hay que hacer caso a lo que duró cada cosa parece que srv hubiese poseído a este argentino. Finalmente recuperó la primera guitarra y después de unos bises algo forzados (forzados por el público que no sabía de qué iba la cosa), terminó el concierto.
Cantando, sin llegar a tener la potencia de Otis Rush cumplía perfectamente. Aunque puestos a valorar creo que entraría mas en lo que Albert Collins decía: “Soy un guitarrista que canta”.
Al terminar, siguiendo la larga tradición de los músicos de blues que promocionan sus discos en sus conciertos y haciendo bueno el lema de que no hay nada mejor que invertir en uno mismo, nos contó la oferta que tenía de dos discos. Creo que la oferta era algo así como uno por 10€ o 2 por 20€. Las cifras exactas no las recuerdo pero si las proporciones. El caso es que primeramente me sentí algo indignado al ver que nadie le hacía caso, después me sentí algo mas dolido al recordar que esa gente entre la que estaba es a la que pertenezco. Pero felizmente recordé la sensacional oferta y que como suelo decir, pagar dinero por algo que no tiene precio es un chollo.
Para mi gusto lo único que se quedaba un poco corto es en cuanto a cuestiones técnicas. Hace ya muchos años que me aburre hablar que si este ampli o el otro, este juego de cuerdas o el otro,… pero en lo que si me paro todavía es en darme cuenta si me gusta el sonido que oigo. Desde luego se notaba que se esforzaba en la adecuada dirección, ya que la elección de los pedales, guitarras o amplis era buena. Sólo faltaba un punto en “nitidez” del sonido para que fuese completamente impecable.
De cualquier forma un concierto espléndido de un chico que con tan solo 25 años tiene un presente brillante y un futuro mas que prometedor.
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