Retirarse al desierto. ¡Qué idea más tentadora! Un lugar carente de todo y por lo tanto libre de algo nocivo. Un lugar limpio. Un lugar para quitarse toda la porquería y poder mirar y mirarse sin contaminaciones hasta que se pueda afrontar algo distinto.
No hay más que pensar en algunos de los significados bíblicos del desierto para darse cuenta que es algo ineludible. Sin ir más lejos el pueblo de Israel se tuvo que meter entre pecho y espalda cuarenta años atravesando el desierto. Como dice el Deuteronomio (8,2) “[…] te ha hecho andar estos cuarenta años por el desierto a fin de humillarte, probarte y saber lo que encierra tu corazón […]". Así que ya se ve que no es cosa de descubrir la pólvora a estas alturas. Más bien es algo que de una forma o de otra acaba siendo inevitable. Y sin olvidar que ya aquí el desierto además de un tránsito es un fin. Es un tránsito porque no se puede esperar llegar a algo mejor simplemente doblando la esquina y es un fin porque en sí mismo tiene sentido. Algunos de los antiguos bluesman sentían una mezcla de indiferencia y deprecio hacia “esa gente que no sabe cómo crece el algodón”. Lo cierto es que la vida te hace aprehender lo que significan las cosas mejor de lo que se pueden explicar teóricamente. Quizás hasta habría que incorporar a la enseñanza obligatoria un buen “paseo” por el desierto a modo de educación. Seguro que sería más productivo que todas esas rimbombantes excursiones orientadas en lo que sería el modo del tener, en lugar de estarlo en el modo del ser. Una suerte de vicio a lo oriental consistente en capturar la mayor cantidad de fotos pensando que mientras tenemos la foto tenemos el sitio en el que hemos estado, cuando muchas veces sucede lo contrario. Hasta se podría pensar que mientras miramos por el objetivo no estamos realmente viendo lo que sucede, lo que hace más pérfidas a las cámaras de vídeo.
No hay que olvidar que la historia de la simbología del desierto no termina en la biblia. También se extiende a una multitud de manifestaciones artísticas e intelectuales. Muy a menudo tiende a representar una moneda de dos caras, el aislamiento y la búsqueda de la realidad. Desde luego no hace falta ser un lince para darse cuenta de esto, pero de hecho es así. Por mi parte en cuanto a lo del aislamiento no voy mal. Una de mis especialidades es mandar las cosas al cuerno. Desde luego no ha sido nada preconcebido pero mirando hacia atrás tengo que admitir que poseo una especie de habilidad (¿habilidad?) innata para despachar cualquier cosa que se me cruce por el camino. Da igual que sea animada o inanimada, el caso es que si noto de alguna forma que no le encuentro demasiado significado a lo que estoy haciendo me bajo del tren en marcha sin pensármelo dos veces.
En cuanto a la otra cara de la moneda ahí ya no he tenido tanta suerte. Eso de la “búsqueda de la realidad” ya da problemas nada más empezar. En sí es una especie de interrogante que no hace más que crear otros y por el momento parece que desde aquí el problema se extiende ad infinitum. Lo que sucede es que para poder caminar hace falta apoyar los pies en tierra firme, y lo más que he podido es andar a tientas con lo que no se llega muy lejos. Y todos necesitamos algo con lo que poder vivir.
No hay más que pensar en algunos de los significados bíblicos del desierto para darse cuenta que es algo ineludible. Sin ir más lejos el pueblo de Israel se tuvo que meter entre pecho y espalda cuarenta años atravesando el desierto. Como dice el Deuteronomio (8,2) “[…] te ha hecho andar estos cuarenta años por el desierto a fin de humillarte, probarte y saber lo que encierra tu corazón […]". Así que ya se ve que no es cosa de descubrir la pólvora a estas alturas. Más bien es algo que de una forma o de otra acaba siendo inevitable. Y sin olvidar que ya aquí el desierto además de un tránsito es un fin. Es un tránsito porque no se puede esperar llegar a algo mejor simplemente doblando la esquina y es un fin porque en sí mismo tiene sentido. Algunos de los antiguos bluesman sentían una mezcla de indiferencia y deprecio hacia “esa gente que no sabe cómo crece el algodón”. Lo cierto es que la vida te hace aprehender lo que significan las cosas mejor de lo que se pueden explicar teóricamente. Quizás hasta habría que incorporar a la enseñanza obligatoria un buen “paseo” por el desierto a modo de educación. Seguro que sería más productivo que todas esas rimbombantes excursiones orientadas en lo que sería el modo del tener, en lugar de estarlo en el modo del ser. Una suerte de vicio a lo oriental consistente en capturar la mayor cantidad de fotos pensando que mientras tenemos la foto tenemos el sitio en el que hemos estado, cuando muchas veces sucede lo contrario. Hasta se podría pensar que mientras miramos por el objetivo no estamos realmente viendo lo que sucede, lo que hace más pérfidas a las cámaras de vídeo.
No hay que olvidar que la historia de la simbología del desierto no termina en la biblia. También se extiende a una multitud de manifestaciones artísticas e intelectuales. Muy a menudo tiende a representar una moneda de dos caras, el aislamiento y la búsqueda de la realidad. Desde luego no hace falta ser un lince para darse cuenta de esto, pero de hecho es así. Por mi parte en cuanto a lo del aislamiento no voy mal. Una de mis especialidades es mandar las cosas al cuerno. Desde luego no ha sido nada preconcebido pero mirando hacia atrás tengo que admitir que poseo una especie de habilidad (¿habilidad?) innata para despachar cualquier cosa que se me cruce por el camino. Da igual que sea animada o inanimada, el caso es que si noto de alguna forma que no le encuentro demasiado significado a lo que estoy haciendo me bajo del tren en marcha sin pensármelo dos veces.
En cuanto a la otra cara de la moneda ahí ya no he tenido tanta suerte. Eso de la “búsqueda de la realidad” ya da problemas nada más empezar. En sí es una especie de interrogante que no hace más que crear otros y por el momento parece que desde aquí el problema se extiende ad infinitum. Lo que sucede es que para poder caminar hace falta apoyar los pies en tierra firme, y lo más que he podido es andar a tientas con lo que no se llega muy lejos. Y todos necesitamos algo con lo que poder vivir.
6 comentarios:
Una de las carácterísticas del desierto bíblico (otras son las soledad, la mística, la purificación) es que es la morada del demonio. Allí se retira Jesús a ser tentado, siguiendo una tradición que arranca de los rituales levíticos de expiación.
Y algo hay de cierto. Nada hay más sano que una temporada de silencio y soledad para encontrarnos cara a cara con nuestros "habitantes interiores": una especie de junta de comunidad de vecinos, pero a nivel interior.
Ahora que, a menudo, es verdad lo que decía Tom Waits: "If I exorcize my devils / my angels may leave too"...
Una de las carácterísticas de los símbolos es que son susceptibles de conseguir varios significados. Freüd tendía a encontrar sexo en los lugares en que después otra gente pudo ver más intérpretaciones.
El desierto también puede entenderse de varias maneras. Hacer exceso de alguna seguro que para el "punto medio" de Aristóteles constituiría algo inadecuado.
También uno de los motivos fundamentales de la significación del desierto es encontrarse con el demonio. Desde luego la "búsqueda de la realidad" tiene que pasar necesariamente también por ahí. Ese este un detalle, de entre la infinidad que hay, que nos prueba la rica significación de la biblia.
Y bien cierto es que en el afán de pureza del desierto se puede acabar eliminando lo deseado y lo no deseado. Hay que saber medirse. Es algo complicado poder y saber hacerlo.
Mi retiro será cerca del mar, sin duda. Y empieza a ser urgente.
Cierto que la búsqueda de la realidad da...algo de pereza. Así que me consuelo leyendo a Hesse.
"Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosostros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos vive tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse."
No haber podido escuchar Jesucristo Superstar esta semana santa...ha causado estragos en mi conciencia.
Hola. Miriam. ¡Qué sorpresa y qué alegría verte por aquí! ;)
También es muy interesante tu comentario. Siempre me ha fascinado la forma en que conocer lo que es el mundo termina siendo realmente conocerse interiormente. Ambas cosas van parejas.
En ese sentido otra idea que me interesa mucho es que muy a menudo mucha gente que se dedica a la creación artística acaba siendo muy "egoísta". Desde luego es por "necesidad" pero me gusta pensar que este egoísmo que se usa para ex-presar (liberar lo que hay dentro) termine también siendo útil para los demás y de esta forma no termine en un egoísmo triste, sino más bien en un egoísmo constructivo.
El mar es un sitio muy evocador y muy bueno para poder retirarse. Además uno de los rasgos que tiene el mar es que es muy flexible. ¿El tuyo es plácido (por ejemplo como el mediterráneo? o un mar más bravo y atormentado (por ejemplo como el atlántico)?
Un saludo.
A mí también me sorprendió y me alegró verte por selbst. Los bluesmen siempre son bienvenidos!
Mi mar es el mediterráneo; y, si me apuras, el que baña un pueblecito precioso, cerca de Tarragona.
Ese es mi mar, al que querría parecerme, en el que quiero reflejarme...
Si "quieres parecerte .... y quieres reflejarte", no hay nada mejor que eso porque cuando tenemos un deseo es cuando podemos encontrar un camino.
Hace poco volvieron a pasar "Sé quién eres". Es una película que siempre me ha gustado mucho. El protagonista tiene la necesidad de bañarse en un mar muy encrespado. Ese también es el que me ha tocado a mí.
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